
La novedosa Fórmula E, muy combatida aún, tanto por empresarios como por motoristas y pilotos por ser lenta, silenciosa y aburrida, es una nueva categoría competitiva de unos monoplazas eléctricos gestada años atrás por la Federación Internacional del Automóvil (FIA), luego de ser creada con la intención de servir –según dicen sus promotores– como laboratorio primario de investigación y desarrollo de vehículos eléctricos para promover y acelerar su popularidad.
Sirve también como escaparate de innovaciones y desarrollo dentro de un amplio escenario que combina tecnología y deporte. Su temporada inicial tuvo lugar en septiembre de 2014 y finalizó en junio de 2015. En ese primer campeonato la compañía británica MacLaren fue proveedora de las transmisiones, motores y sistemas electrónicos de todos los monoplazas diseñados por la firma italiana Dallara, pero a partir de la segunda edición, la FIA resolvió que cada escudería diseñara, produjera y montara su propio motor, desde luego, dentro de los parámetros técnicos desarrollados con anterioridad y los cuales no pueden ser violados en ningún aspecto.
Desde su creación en 2012 por el inversor español Alejandro Agag varias compañías se han sumado a las primeras marcas, aportando ideas y nuevas tecnologías e incluyendo distintos chasis. Entonces la multinacional Michelin era la única proveedora de neumáticos; y la marca Williams inglesa abastecía todas las baterías eléctricas. Ello ocurrió hasta la cuarta temporada. Por el momento se dice que la Fórmula E, aún en transición tendrá un nivel superior y más serio a partir del campeonato 1919-1920 cuando dicha categoría, que ya ingresó a las más grandes ciudades de todo el mundo contará con las mejores y más espectaculares marcas del sector automotor internacional. Por el momento las principales compañías que activan su funcionamiento son Audi de Alemania, Renault de Francia y Mahindra de India.